La mirada de hoy amaneció risueña, pero se tornó indecisa y melancólica por una menudencia incapaz de recordar ahora.
La cosa empeoró cuando justo en el momento de sentarse, la camarera que estaba apostada siempre a la puerta del bar, desapareció como si nada.
Esperaba helada. ahora es ahora, no son veinte, ni veinticinco, ni treinta minutos después. Estaba harta de tantos ahoras, aburrida y triste. Afligida de una y tantas veces. Para colmo hacía frío.
2 comentarios:
es muy bueno. creo que tiene estilo; nitidez y ambigüedad en dosis justas. gran relato preciosa.
gracias guapo!
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