
1.Azar
Instantáneo fue el fogonazo de luz y la irreprimible sonrisa en sus ojos. Fugaz e inmediato el voleteo en el estómago y mejor aún en el torrente sanguíneo, las piernas tiritonas y el torso agitado como gelatina. Todo aquello apenas duró veinte segundos, algo rápido, sin cortes ni fisuras, nada salió al exterior. La circulación volvió a su cauce, las piernas echaron a andar seguras de si mismas, y el torso volvió a emerger elegante y disciplinado como siempre. El corazón se quedó en el camino. . .
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